DE BOLSAS O SACOS. Por Lola Montalvo



La Bolsa... ambiguo concepto, ambiguo sin lugar a dudas, dado que a nuestra cabeza acuden con este vocablo decenas de imágenes que no se corresponden con la idea que origina esta entrada.

Los profesionales de la Salud en este país, y quizá también en otros muchos, se ven sometidos a una lista cuyas leyes no siempre están adecuadametne claras. Esa lista cuya denominación metafórica, sin tintes literarios de ningún tipo, es Bolsa... Bolsa que pretende regular o sistematizar el orden por el que se atribuirán los contratos conducentes a cubrir vacantes y plazas disponibles en el sistema sanitario público... Se supone un algo estructurado en las máximas de igualdad, equidad, anonimato, publicidad... Y en mi fuero interno creo que, más bien que Bolsa, debería recibir el feo nombre de Saco, dado que en muchos casos es eso, un saco sin fondo en el que se pierden las esperanzas de los profesionales de la salud de poder desarrollar su labor de una forma digna, estable, segura, estimulante...

Nada de eso se cumple en este ambicioso proyecto con denominación ambigua.

Bolsa.

Yo sufrí esa Bolsa durante varios años. Llamadas de teléfono desde un distrito, a destiempo, apresuradas, indicándote que debías incorporarte en un destino a decenas de kilómetros de tu domicilio, en un tiempo máximo de una hora... «...¡Si no lo quieres, si no te incorporas hoy, corre turno y se te sanciona...!», te dicen al otro lado del teléfono, con tono neutro, indiferente, sin empatía alguna... Y el corazón latiéndote en la garganta, mientras razonas a toda velocidad, planteándote si tienes transporte para llegar a ese pueblo, si tienes quien te recoja a los niños, si cubrir una vacante de tres horas supone algún alivio a tu penosa situación laboral... Y al final dices que sí, que lo aceptas... Te vas al recóndito pueblo, trabajas esas tres horas y mañana vuelves a estar en el paro. ¡Prueba superada, por Dios! ¡Has cumplido con lo que te imponen y aún sigues en la Bolsa! ¡Aún tienes esperanzas de trabajar algo más de un día o dos seguidos! ¡Algún día -sueñas con los ojos abiertos, la mirada perdida en un incierto horizonte- conseguirás un contrato de una semana... no, no, de un mes!

Todas las profesiones de la Salud, todas, y la enfermería de una forma más específica cuanto es la que mejor conozco, deben... deberían ser vocacionales. Uno estudia un montón de años con ilusión, hace prácticas durante meses intentando absorber la mayor cantidad posible de conceptos en un tiempo record, esa ilusión que uno cree a prueba de balas... esa ilusión languidece, se apocha, se mustia... se muere, a veces, cuando una vez finalizada la carrera y ya con un precioso y anhelado título bajo el brazo, te ves sometido a las duras y arbitrarias normas de la Bolsa, ese oscuro lugar en el que las ilusiones se pierden, hacen eco en sus oscuros rincones, se ennegrece...

Y mientras tantos profesionales se avinagran en el proceso de maceración de duración indeterminada de la Bolsa, los diversos servicios de cirugía, de medicina interna, de ginecología, de pediatría, los centros de salud, los centros de especialidades... adolecen de forma crónica y casi irreversible de falta de personal.

Bajas que no se cubren.
Permisos que no se cubren.
Vacantes que no se cubren.
Servicios que se cierran por falta de personal.
Listas de espera de pacientes que se alargan porque se cierran plantas, porque no hay personal...

Enfermeros y enfermeras que trabajan a destajo porque llevan más cantidad de pacientes de lo que está recomendado porque no cubren las bajas, no cubren las vacantes...
Y miles de profesionales de la salud, de enfermeros y enfermeras, languidecen por la desesperanza de encontrarse en una Bolsa que los engulle y no les da trabajo... ése que hay, pero que no se genera.

¿Falta de presupuesto? ¿Eso es lo que alegan las administraciones?
No sé, valorenlo ustedes mismos.

Aunque yo creo que no. Para muchas otras cosas, siempre hay presupuesto.
No sé ahora, porque ahora no me veo sometida a la dictadura del pozo sin fondo de la Bolsa, pero cuando yo la sufrí, y la sufrí mucho en mis doliente espíritu, el ser amigo de o el mi padre es íntimo o primo de funcionaba mucho para que alguien recién salido de la Escuela o con muchos menos puntuación que yo en la Bolsa, consiguiera una vacante de meses o una interinidad -que según las normas de la Bolsa aun no le correspondía- sin tener que despeinarse.

No, no acuso de nada, ni por supuesto a nadie. Pero yo viví eso. ¿Sigue sucediendo hoy?
¿Y los sindicatos defienden esto?

¡Ay, no, mira, hoy no voy a hablar de los sindicatos...! Pero lanzo una idea al viento: si esto sucede y sigue sucediendo...

Defiendo la Sanidad Pública con uñas y dientes. Pero me fastidia que se hagan estas cosas que lo único que consiguen es quemar a los profesionales, quemarles su moral, su ilusión, sus ganas de trabajar y de aportar cosas nuevas... como un día me quemé yo. Hasta convertirme en cenizas.

Y, por ahora, nada más.

Carlos Núñez

#EnfermeraCtivista, #runner (en transición), adicto a la web 2.0 y desde hace unos meses padre en prácticas. Capitaneando grupo fantastico de enfermeras, en La Jungla de Medicina Interna, e intentando proporcionarles las herramientas que necesitan para mejorar en su trabajo. @carlosnunezo

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