EL LADRILLO

Mira tu por donde, hoy me he levantado con ganas de escribir algo.

Lunes 18 de julio, estoy de vacaciones y con montones de publicaciones atrasadas. Cosas interesantes que tengo en el tintero pendiente de publicación y una de ellas fue una promesa que le hice hace ya unos meses al amigo Antonio J. Ramos (si, el turronero con pelo), y es que me lo ha recordado el enlace que  Serafín (si, el turronero sin pelo) ha colgado hoy en Twitter, sobre la visibilidad enfermera y la presencia (5340) , como intervención enfermera.

 Recuerdo la charla con Antonio sobre las diferencias sociales en la sanidad, sobre los activos en salud y cómo la idiosincrasia de cada sitio hace que la asistencia sanitaria varíe tanto de un lugar a otro. Sobre la población gitana y su particular visión de la salud y la enfermedad.



Seguramente él recordará que me animó a escribir de esto. Y es que precisamente ha sido, este fin de semana, la procesión de la Virgen del Carmen, recordándome el tema. 

Aquí, al sur del sur, en el Campo de Gibraltar está muy arraigada por su historica tradición pesquera y de navegantes, la beneración a esta virginidad. 

Hay una firme creencia en esta advocación, patrona del mar, sobretodo entre la población pesquera y embarcados, pero esta fé ha calado en mucha más población, que en nada tiene relación con la navegación. 

Bien pues sin saber muy bien a qué favores se refiere esta fe, sus creyentes tienen la firme convicción que para marcharse en paz de este mundo, tienen que hacerlo pisando tierra firme. Esta creencia viene, según creo, de cuando los marinos embarcados enfermaban en alta mar, no se dejaban morir hasta llegar a puerto y ver a sus familiares.

Bueno pues puedo decir que he sido testigo, incluso me han tocado familiares muy cercanos, de esta conducta. 

Todos sabemos que los pacientes terminales, saben cuando se están muriendo y pueden aceptar o no esta situación de finalidad. La enfermería en estas situaciones suele tomar un papel activo y facilitar la resolución de las situaciones vitales pendientes de estos pacientes. Suelen querer resolver conflictos familiares, pedir perdón, ver algún familiar especialmente querido, despedirse, e incluso dar el relevo de estos asuntos pendientes en alguien de confianza que les asegurará su resolución.

Pero hay pacientes que por su nivel de conciencia o por incapacidad para ello, no son capaces de expresar estas situaciones pendientes de resolver, y a veces hay que preguntarle a la familia sobre sus creencias. Estas vienen recogidas en el decimoprimer lugar de las 14 necesidades a valorar por enfermería según Virginia Henderson.  

Si la familia nos comunica sus creencias, y según estamos hablando en la Virgen del Carmen, se le facilita poner los pies en el suelo, y tras este hecho se ha comprobado como el paciente se colma de una profunda paz y entonces se abandona para marcharse de este mundo. Pero lo más increible y no por ello más irreal es que para los pacientes a los que no se les puede poner los pies en el suelo, tenemos por las diferentes unidades, estratégicamente guardados, unos "ladrillos" que hacen la labor del suelo y tienen el mismo efecto que poner al paciente en sedestación.


Seguro que os resulta increible, chocante e incluso "almodovariano", pero os puedo asegurar que es así.

Esto no implica que el profesional tenga que compartir estas creencias, ni mucho menos, tan sólo digo que el facilitarle esto al paciente le ayuda mucho, y para eso estamos, para cuidar  y apoyar a nuestros pacientes a sentirse bien.

¿Habíais oido antes algo parecido? 

Lo más probable es que haya otras creencias de este tipo por otros lugares. ¿Conoceis alguna otra? ¿Podemos comentarlas? 




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Carlos Núñez

#EnfermeraCtivista, #runner (en transición), adicto a la web 2.0 y desde hace unos meses padre en prácticas. Capitaneando grupo fantastico de enfermeras, en La Jungla de Medicina Interna, e intentando proporcionarles las herramientas que necesitan para mejorar en su trabajo. @carlosnunezo

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8 comentarios:

  1. Muy buenas Carlos, por supuesto que me acuerdo de aquella "magnética" conversación, no podía por menos que acordarme de mi profesor de fundamentos de antropologia, y me hacias ver que allí donde estés el mundo se modela potencialmente de una manera distinta.
    En los lugares donde el mar ocupa una posición de privilegio éste pasa a construir realidades como la que nos cuentas.
    Muchas gracias por permitir poner de relieve que no solo desde el modelo del déficit se puede ayudar a las personas, incluso en su lecho de muerte...

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  2. Hola Carlos, me ha encantado tu reflexión. Las creencias suelen ser olvidadas en demasiadas ocasiones y me alegra ver que en vuestro hospital cuidais estos "pequeños detalles".
    Ahora, escribiendo este comentario, he recordado una situación en la que dos profesionales discutían. Uno decía que debía de explicarse mejor un procedimiento a un paciente, otro que no era necesario y que ya se lo había explicado unas cuentas veces. La respuesta fue la siguiente "El paciente no está informado, cree que se le va a extraer el órgano (apendice) para luego venderlo"...
    Las creencias importan, y mucho.
    Gracias por el post.

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  3. Hola Carlos; interesante reflexión. Aquí en la esquina del norte "A patroa do mar" también goza de gran devoción, pero he de reconocer que no me ha coincidido nada semejante a lo que describes.

    Me enseñaron que "somos lo que recordamos" pero veo que debemos añadir "y lo que creemos"... por desgracia solemos olvidarnos de la espiritualidad de aquellos a los que cuidamos significando esto un alejamiento importante entre el profesional y su paciente.

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  4. Pues ni me resulta increible, ni chocante ni "almodovariano". Más bien al contrario.
    No nos cuesta nada y a la otra persona le puede servir de mucho.
    Super emotivo el post. No había oído hablar nunca de algo así, pero me ha encantado, gracias por compartirlo.

    Un beso "pal sur del sur".

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  5. Antonio J. ya sabes que te la debía, y hoy me apetecía escribir y con la excusa del fin de semana no me he podido aguantar. Espero que te haya gustado.

    Serafín, por supuesto que es importante siempre ponerse en el lugar del paciente y conocer qué es lo que realmente piensan sobre las situaciones, a veces los prejuicios de los profesionales hacen que los pacientes pasen malos tragos innecesarios.

    Salva, forma parte de nosotros, tanto lo que recordamos como lo que creemos, incluso más esto último, podemos llegar a olvidarnos de casi todo, antes de olvidar nuestras más profundas convicciones.

    Gracias por el "comment" Pilar, me ha parecido que era un tema interesante, y me apetecía conocer si hay otras situaciones parecidas por otros lugares.

    Un saludo a todos y gracias nuevamente por los comentarios y las visitas, hoy habeis conseguido que este blog consiga las 50.000 vistas!

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  6. Siempre he considerado un privilegio poder acompañar en el momento de la muerte.
    Que alguien comparta ese momento único contigo no se puede comparar con ninguna otra experiencia y como tal debe ser considerada con respeto y empatía.
    Acompañar en el momento de la muerte no solo es estar físicamente. Es estar, conociendo y respetando creencias y costumbres.
    Es aquí donde enfermería y antropologia están más cerca, donde casi, casi comparten método y literatura.
    Debemos ser capaces de abstraernos de nuestros propios prejucios. Para poder ser de utilidad debemos dejar a un lado nuestro imaginario.

    En las conversaciones con los pacientes terminales siempre surgía el tema de los ritos y creencias y conservo algunas conversaciones como tesoros.
    Comparto con vosotros una.

    "-Me gustaría que me hicieras un favor.
    -Dime -Le respondí
    -Mi mujer se ríe, pero quiero que me entierren con un trozo de pan.
    -¿un trozo de pan?... -le dejé seguir.
    -Si. Mi mujer no quiere ni oir hablar de eso, pero quiero estar seguro que me iré con el pan.
    -Pero... ¿para qué quieres el pan? -le pregunté.
    -Mira, yo he sido cazador. Sobre todo de pichones y faisanes. No sé cuántos habré cazado. Miles! Y no quiero encontrármelos a todos sin nada que ofrecerles.

    Algunas veces fui a los entierros de los pacientes que conocí, ya sea por petición expresa de la propia persona o de la familia, o por mi deseo de estar en ese momento.
    En ese caso, tenía una promesa que cumplir.

    Cuando fui al tanatorio llevé un pequeño saco de tela. dentro puse un trozo de pan y un poco de alpiste por si encontraba algún faisán con pedigrí.

    Su mujer lo cogió entre lágrimas y respetó su deseo.


    Un abrazo Carlos.

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  7. Trabaje durante varios años en Medicina Interna cuando aún era la que se hacía cargo de terminales, esto que cuentas es algo que hemos vivido muy de cerca las enfermeras que trabajamos con estos paciente y aque siempre me ha llamado poderosamente la atención, no descansan tranquilos hasta que no cierran asuntos pendientes. En nuestro caso era el párroco, aunque te hubieran manifestado que no eran muy creyentes comprobábamos que en muchos casos, perdida la consciencia, era después de la visita del párroco cuando descansaban tranquilos. También el caso contrario, gente mayor sin enfermedad diagnosticada que muestran su deseo de morirse no por depresión ni soledad, sino consciente y serenamente porque "ya tienen todo hecho en este mundo" han cumplido, su misión aqui esta acabada y quieren irse con su familiar más querido o simplenete su tiempo ya acabó como manifiestan ,también he conocido alguno. Me ha encantado el post y como dice Rosa poder afrontar este tema sin que te tilden de macabra, me ha gustado más. Un abrazo.

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  8. Si que es verdad, a la abuela de 1 compañera le pasó eso, se tiró la mujer, 3 días agonizando, hasta que 1 enfermera les preguntó si era devota de la Virgen del Carmen, le dijo lo del ladrillo, fue ponérselo y dio la mujer su últimos suspiro

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